Resiliencia en tiempos de pandemia
Enfrentar la crisis del coronavirus sin capacidad para ajustarse a sus tremendos desafíos equivale a bucear sin chapaletas ni traje. Las exigencias que esta pandemia ha impuesto al mundo muestran el valor de la resiliencia en tiempos signados por la volatilidad y la incertidumbre.
Olga Bravo / 13 de abril de 2020
Hace un año Debates IESA publicó un artículo titulado «Ajustes positivos en condiciones desafiantes: prácticas que promueven la resiliencia». A propósito de la crisis desatada por la pandemia del virus COVID-19 se impone una revisión de las cinco consideraciones y las cinco prácticas expuestas en ese artículo.
Cinco consideraciones sobre la resiliencia organizacional
1. Hay que cultivar la resiliencia para contar con ella cuando sea necesaria
En momentos de crisis las organizaciones necesitan capacidades para ajustarse positivamente a los desafíos: reservas financieras que permitan hacer frente a las obligaciones mientras se reanuda la facturación, reservas morales (como el compromiso del personal o buenas relaciones con clientes o proveedores) y capacidad operativa (como el teletrabajo o procedimientos de contingencia). Estas capacidades son las que distinguen a la empresa que sigue adelante de la que sucumbe a los desafíos de una circunstancia como la actual. La resiliencia se desarrolla mediante el ejercicio de prácticas, no se decreta, no se puede comprar, no se construye en un día.
2. Ser resiliente no es tener éxito siempre, es tener capacidad para adaptarse
Lo que se entiende por éxito en situaciones extraordinarias como las impuestas por esta pandemia puede consistir en mantenerse operando al mínimo, oteando el entorno o revisando procesos mientras la empresa está cerrada, con la finalidad de estar allí cuando las circunstancias mejoren. Las circunstancias actuales son extremadamente duras porque implican pérdidas enormes, de toda índole. Si bien es necesario «vivir» el luto, en tiempos como estos es importante que no se prolonguen los periodos de negación o búsqueda de culpable del infortunio, a riesgo de poner en peligro la sostenibilidad de la organización. La resiliencia también se muestra en la capacidad de recuperación; es decir, de acortar esos períodos de inacción que resultan de renunciar a algo.
3. Las personas y organizaciones resilientes comprenden que la adversidad forma parte de la vida y que toda realidad es transformable
La capacidad para recuperarse prontamente de cualquier golpe requiere entender que la adversidad forma parte de la vida. Las organizaciones resilientes están integradas por personas resilientes que 1) saben que cuentan unas con otras, 2) conocen y aceptan sus límites, 3) conocen a fondo las fortalezas de la organización, de sus compañeros y las suyas, y 4) son capaces de utilizar esas fortalezas con el fin de mitigar los efectos negativos de las crisis.
Si te interesó el tema, te invitamos a leer completo el artículo de nuestra profesora Bravo en el sitio oficial de Debates IESA.
Olga Bravo, profesora del IESA y de la UCAB, consultora y emprendedora.